miércoles, 23 de noviembre de 2011

Decisiones trascendentales Romanos 8:1-6

Decisiones trascendentales
Romanos 8:1-6 

 
"Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu." Así comienza este capítulo que nos hace entender que el hecho de tener a Cristo en nuestro ser, nos da esa identidad espiritual que aunque si bien es cierto, todavía estemos en la carne, también es cierto que nos hace libres de todo nuestro pasado por terrible que este haya sido.
Así que, nuestra tarea es por una parte tratar de descubrir en qué lado estamos, si fortaleciendo nuestra carne -y por ello, y a pesar de conocer a Cristo y haberle entregado nuestra vida, sin embargo nos cuesta trabajo agradarle a Dios, y movernos en una dimensión de obediencia y de fe- o nuestro espíritu -por lo cual nos es tan fácil obedecer a Dios, sin importar circunstancias-; qué importante es para quienes nos consideramos hijos de Dios, tener muy claro estos principios establecidos por Dios en el Pacto Antiguo, a través de los diez mandamientos y que es ratificado en el Nuevo Pacto, recordado vez tras vez, por los apóstoles en sus cartas y obviamente, por el Señor Jesucristo en sus Evangelios.
Infortunadamente hay dos circunstancias con las cuales muchos tienen sus luchas internas, pensar que Dios actúa como nosotros -los seres humanos-, que cuando decimos perdonamos, sólo lo hacemos dependiendo de la otra persona, es decir, si la otra persona vuelve a lastimarnos, entonces nunca le podremos ni perdonar, o por lo menos olvidar totalmente su falla; y la otra, es que pensamos que Dios al perdonarnos solamente lo hace hasta cierto punto, por lo cual quedamos en la "cuerda floja" y es necesario por ello, buscar qué obras hacer para "tener contento a Dios".
El vivir en el Espíritu -así con mayúsculas-, se trata de convivir con la persona de Dios, ser conscientes de que está en nuestro ser y por tanto, es un testigo permanente de nuestro actuar, pensar y hablar. Hemos sido perdonados para que vivamos una vida en santidad, no en mojigatería, es decir, una doble vida, creyendo que debemos demostrarle a los demás lo "buenos que somos", cuando en realidad lo que debemos es vivir a Cristo a través de nosotros mismos.
Oremos juntos: Amado Padre celestial, en verdad a la luz de todo este capítulo ocho de ésta Carta a los  Romanos nos damos cuenta que como tus hijos, nos es necesario vivir siempre en tu Espíritu y movernos en esa dimensión de obediencia y de fe, para que no sólo contemos con tu dirección, sino con tu respaldo y bendición, gracias Poderoso Dios, ahora ayúdanos por favor a caminar siempre en esa victoria que tienes para nosotros, a través de tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario