jueves, 10 de noviembre de 2011

La Palabra de Dios nos define. Juan 12: 44-50

 La Palabra de Dios nos define.
 Juan 12: 44-50

 La obra del Señor Jesucristo no era venir a juzgarnos, y Él mismo lo expresa (Vr. 47) y es que su obra era la redención de las almas; y fue por lo cual vino a entregar su vida.
Aquí en esta porción nos explica claramente que la misma Palabra, será la que le juzgará en el día postrero. El Señor vez tras vez, nos deja la responsabilidad de nuestra salvación a nosotros mismos, porque es un hecho que nos ha dejado la opción de decidir y esa libertad que tenemos es para que hagamos buen uso de ella.
El hecho de que la misma Palabra es la que nos juzga nos debe hacer cuidadosos en obedecerla, porque cuando la leemos y reflexionamos, estamos recibiendo del Espíritu Santo, revelación, aliento, fortaleza, sabiduría;  pero es precisamente allí donde estamos siendo limpiados con esa Palabra, razón por la cual, si no la obedecemos lo que estamos haciendo es negando la efectividad de esa revelación y esto es negar a Dios, por eso, la misma Palabra nos juzga, porque igualmente llega un momento en el cual, nos damos cuenta que no obedecimos lo que nos dijo el Señor.
Hay personas que les gusta mucho la Palabra cuando se trata de promesas, y es en verdad muy emocionante cuando entiende que alguna promesa de las tantas que trae la Biblia, llega a nuestro corazón y nos hace sentir que era para nosotros; no obstante, debemos tener claro que toda promesa es el resultado de un mandamiento, dicho de otra forma, la promesa es el resultado de la obediencia a algo en particular.
El Señor Jesucristo expresa que lo que ha hablado no lo ha dicho por él mismo, sino porque el Padre se lo dio para que nos lo dijese ¿No le parece que es el máximo ejemplo de obediencia?
Así que, conocemos la Palabra, ahora obedezcámosla y hablemos conforme a ella, he allí  la necesidad de llenarnos de Palabra de Dios, porque es en últimas la que define nuestro estilo de vida y nos pone en evidencia delante de Dios y por supuesto de Satanás, para que no se pueda acercar a nosotros.
Deléitese cada mañana, cada noche, todo instante del día con la Bendita Palabra de Dios y no tema absolutamente a nadie, ni nada, porque estará siempre en usted el Espíritu Santo, para fortalecerle, ayudarle, defenderle y sacarle victorioso(a). Dios le bendiga. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario