viernes, 11 de noviembre de 2011

En momentos de temor e indecisión siempre busca a Dios 2 de Crónicas 20:1

En momentos de temor e indecisión
siempre busca a Dios
 2 de Crónicas 20:1
 

La vida del rey Josafat fue apasionante, fue el cuarto rey de Judá e hijo de Asa, reorganizó todo el reinado y fue un estratega muy ágil, y aunque en un principio hizo de su reinado algo muy próspero -estilo Salomón-, no obstante, al tener amistad y afecto con el rey de Israel, cuyo pueblo en ese momento estaba en apostasía hacia Dios, por poco le causa la ruina a todo Judá.
Dios estuvo con Josafat porque le fue fiel y obediente, se determinó derribar los ídolos y todo lugar alto, aún con oposición de sus propios allegados, pero Josafat se propuso, agradar a Dios por encima de todo, incluso, del menosprecio de la gente (2o. Crónicas 17). Debido a esto, Dios puso sobre Josafat una gracia impresionante y cuanto rey o sabio lo conocía le apreciaba de inmediato y siempre estaba rodeado de atenciones y regalos que todos le enviaban continuamente. Sin embargo, hubo un momento en la vida de este valiente y fiel rey, en el cual se atemorizó, porque todos le decían que venía una gran multitud contra él y su ejército y que los iban a derrotar.
Josafat entonces entendió  que no había salida, que era un momento en el cual, el único que podía hacer algo, era Jehová de los Ejércitos. El pueblo se le juntó a Josafat, atemorizados y desorientados, ¿Y ahora? ¿Qué vamos a hacer? Es entonces cuando el rey comprende que ese era un momento en el cual tenía que buscar a Dios, porque no sólo necesitaba sabiduría, fuerza, estrategia, sino un número impresionante de soldados para hacer frente al ejército enemigo. Es entonces cuando se pone de pie frente al atrio nuevo y dice esa impresionante oración que se encuentra reseñada a partir del versículo seis en adelante y de la cual tomamos para nuestra reflexión de hoy: Josafat fue y le puso la queja a su Papá, y le "cuenta" -como si Dios no lo supiera todo-, que aquellos pueblos que Él mismo -Dios Padre-, había preservado y no había permitido que Israel al salir de Egipto, pasase por ellos, para que no los destruyera, resulta que eran los que ahora los querían destruir -los muy desagradecidos-, quizás se saldrían con la suya si Dios el Todopoderoso no intervenía.
Como es obvio, Dios intervino salvó a Judá de las manos del enemigo y les dio la victoria, porque Josafat buscó junto con su pueblo, la intervención divina; no obstante que Josafat tenía un gran ejercito que era muy valiente y numeroso, antes de salir a la batalla, mejor buscaron de Dios y por eso el Señor les dio la victoria. Usted y yo no tenemos en realidad un ejército enemigo en lo físico que venga contra nosotros, pero sí en el ámbito espiritual hay que luchar con tenacidad, es la razón por la cual, no debemos descuidarnos y ante una crisis, un problema o simplemente, que no sabemos qué hacer, hagamos como Josafat, vayamos a buscar a Dios y no descansemos hasta tanto, no nos diga cuál es la salida.
Al final Josafat expresa su famosa frase: "Habitantes de Judá, escúchenme: ¡Confíen en el Señor, y serán librados!..." (Vr. 20).
Oremos. Amado Dios gracias por el ejemplo de Josafat, porque no sólo te buscaba, sino que te servía y obedecía lo que te le indicabas, ayúdanos a nosotros a desarrollar ese sentido de pertenencia tan arraigado contigo y a ser un adorador tuyo, como lo fue Josafat, te lo rogamos en el Nombre de tu Hijo Jesucristo, amén.

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