Calificando para ser tremendamente dichosos
Este es uno de los más hermosos temas que encontramos en el Nuevo
Testamento, una parte de las llamadas bienaventuranzas o más conocido como
Sermón del Monte, que el Señor Jesucristo enseñó a una inmensa multitud que le
estaba siguiendo. Los que hagan misericordia, esa misma será la que alcancen de
parte de Dios, y los que sean de limpio corazón, que no tengan perversidad y
siempre buscan agradar al Señor, y los que son pacificadores, aquellos que
nunca están buscando peleas o desavenencias, como dice la gente que "pagan
por una pelea". Esto pareciera una utopía en este medio tan conflictivo en
que en ocasiones nos movemos los seres humanos, pero debe ser para los hijos de
Dios una regla a seguir de forma rigurosa. Infortunadamente y entre tanta violencia
que observamos a diario, está la que padecen las mujeres y los niños, a manos
de diferentes actores de este conflicto;
Sociólogos, sicólogos y líderes espirituales, han tenido que llegar a
una conclusión muy triste, que todo esto del maltrato es un círculo vicioso,
porque todo se tejió en el hogar, los hijos allí aprenden a relacionarse con la
gente y su entorno y van a reproducir exactamente lo que vieron y luego otra
vez, es lo que van a reproducir en sus propios hijos; entonces ¿cómo parar
esto?, mejor aún, ¿cómo vamos a poder seguir las advertencias del Señor a que
seamos pacificadores y de limpio corazón?
Tenemos un trabajo muy importante por hacer, llevar a
otros el mensaje liberador del evangelio, para que puedan dejar el odio
traducido en tanta violencia, pero de igual forma si en algún momento hemos
sido agredidos, poder perdonar y orar por el agresor, para sentir el poder
liberador del perdón de Dios, fluyendo en nuestro ser; entonces sí estaremos
calificando para poder ser dichosos (bienaventurados), por ser pacificadores y
de limpio corazón.
¡Dios le bendiga y le dé fortaleza en este día para mostrar a
todos ese amor de Dios!
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