El Señor está en mi Barca
Este fue un bello momento en la vida de los discípulos
de Jesús, es de imaginar que ellos estaban muy contentos, muy cómodos con
Cristo en su barca, qué les podía faltar, podían conversar animadamente
con Él, al tiempo reír y charlar de todos los acontecimientos del día, sin
embargo, el Maestro estaba cansado y en algún momento se quedó dormido, así que
los discípulos le dejaron tranquilo y siguieron remando quizás en silencio;
pero de repente, todo cambió, se desató tan impresionante tormenta que a duras
penas podían mantenerse en pié dentro de la barca, la cual se anegaba
rápidamente.
Lo único que se les ocurrió fue despertar al
Maestro, para que hiciera algo porque -según ellos decían-, estaban a punto de
naufragar y quizás hasta de morir. En ocasiones en nuestra vida nos ocurre algo
parecido; por momentos nos sentimos muy cómodos con el Señor, estamos llevando
todo con tanta alegría y cuando menos pensamos algo pasa y sentimos que nos
hundimos, miramos a todos lados y la única frase que atinamos a decir es algo
así como: ¡Dios mío, dónde estás! Resulta que el Señor "se
quedó dormido", obviamente Dios nunca duerme, Él es espíritu, pero
quizás con nuestro comportamiento lo tenemos de esa forma dentro de nosotros,
porque nuestra "conversación" quizás es aburridora, o nuestro
carácter necesita ser un poquito templado, para aprender a ser personas de fe.
¿Dónde está vuestra fe? Les preguntó el Señor Jesús,
-a sus discípulos y ahora nos pregunta a nosotros-; porque la fe sale a flote
justamente en momentos difíciles, es un escudo que nos defiende de los dardos
enemigos, por eso debemos siempre afianzarnos en la Palabra de Dios, que nos da
esa fortaleza y esperanza. El Señor Jesús es nuestro gran intercesor, ya le
decía a Pedro: "He orado por ti, para que tu fe no falte", y es lo
que también hace por usted y por mí, pero nosotros, debemos alimentar siempre nuestra
fe, con su bendita Palabra.
Dios le bendiga.
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